Roberto Bolaño

En palabras de Bolaño, enfrentar la literatura requiere de una elevada porción de valentía, pues al igual que un samurai que se enfrenta a pelear contra un monstruo sabe que será derrotado. Dedicarse a la literatura en estos años de desolación humana no es un compromiso con una batalla que es indefectiblemente perdida, permite gozar el texto.



Escribir (y por extensión, ¿por qué no? leer) es un dictado del sino, y el único que da color y alegría a la vida. La voz del viejo Amadeo Salvatierra, uno de los personajes más queribles de Bolaño, nos lo confirma: "yo también, llegado el momento, dejé de escribir y de leer poesía. A partir de entonces mi vida discurrió por los cauces más grises que uno pueda imaginarse".Dos son las obras más famosas de Bolaño, un autor con dos obras maestras: 2666 y Los detectives salvajes. Según una revista chilena éstos son también los libros más robados en las librerías de Santiago de Chile: los dos primeros puestos para Bolaño.
Los detectives salvajes es “una novela de aventuras con sexo, drogas y rock and roll”, es una novela coral y cosmopolita, cajas chinas llenas de muñecas rusas, historias adentro de historias. Como señala el escritor Alan Pauls en una conferencia sobre Bolaño “prácticamente ninguno de los poetas que se multiplican en las páginas de Los detectives salvajes escribe nada ... no hay Obra”. El destino de los poetas es perderse, desaparecer del mapa, desvanecer físicamente para dejar lugar a su poesía, ceder el protagonismo a sus palabras. Cesárea Tinarejo desapareció en el desierto del norte de México, Ulises Lima en Nicaragua, Alberto Belano en África.
Alguien ha querido definirlo como el último escritor del “boom”, una descripción a la que no le faltó el mito del escritor revolucionario, el escritor nómade, de escritor romántico. Bolaño es hijo bastardo del “boom”, un escritor latinoamericano que se ha nutrido de las corrientes y tradiciones de todos los países y su escritura condensa la fuerza de las letras americanas en la víspera del siglo XXI. Los detectives salvajes es acerca de ser joven, de ser escritor, de trabajar solo para comer y seguir escribiendo, de ser latinoamericano, de crear para vivir, de escribir para crecer, de robar libros para leer. Es diferente de los escritores del “boom”; a quien la vida le permite seguir escribiendo lo hace aprovechando la fama y el negociado con las grandes editoriales. Escribe para un público amplio porque sabe que la disposición marketinera asegura que mucha gente compre sus libros: tenemos en el nobel de literatura más reciente un ejemplo de ello. ¿Para quién escribe Bolaño? Dijo en una entrevista: “No me dirijo a nadie en concreto. Pero si eso fuera posible, me gustaría dirigirme a dos o tres jóvenes desesperados que leen un libro como quien se agarra a una tabla. Es el mejor de los lectores. Te quiere y después te mata”.
Reseña Sebastián Cramer

No hay comentarios:

Publicar un comentario